En el año 2011 Tatiana inicia las labores de conservación en el área de la concesión de 916 hectáreas (2.263 acres) que protege a orillas del río Las Piedras, en la provincia de Tambopata, Madre de Dios, Perú. Recién se terminaba de construir la carretera interoceánica cuya vía se ubica a 20 km en línea recta de esta área de bosque que ella protege. Esta carretera que cruza la selva es el principal “driver” de deforestación en la región y es por ello que Tatiana de manera independiente, se compromete a resguardar y estudiar el bosque frente a las amenazas que conlleva la cercanía de una carretera de esta envergadura.
Ella contacta con gente local para acompañarla en su labor de guardabosque, personas que debían ser conocedores de la selva y expertos navegantes de ríos amazónicos. Encontrar personas con ese perfil y que estuvieran dispuestos a involucrarse en la labor de conservación ha sido una de las tareas más difíciles.
Los riesgos que se enfrentan en la selva no son pocos.
La naturaleza por sí misma es un factor de riesgo importante. En época de lluvia la navegación en el río implica un nivel de peligro que el guardabosque debe saber enfrentar pues el caudal de agua aumenta trayendo consigo mayores volúmenes de ramas y troncos caídos (“palizadas”). Las tormentas se desatan intempestivamente y muchas veces se debe detener el bote a una orilla del río para ponerse a buen recaudo y esperar que pase la lluvia. Y eso puede significar pasar la noche ahí, a la intemperie a mitad de camino acampando en alguna playa o dentro del bote.
Muchas veces le preguntan a Tatiana acerca del peligro de las picaduras de insectos, tarántulas o las mordidas de serpientes; también si no tiene miedo de enfrentarse a algún felino o animal feroz. Ella siempre responde que la naturaleza no es el mayor peligro, sobre todo para personas acostumbradas a vivir en contacto con ella.
El mayor peligro para la labor del guardabosque es la presencia humana en actividades extractivas: madereros – taladores, invasores y agricultores.
Después del auge del cedro y la caoba, entre los años 2009-2013, la cuenca del río las Piedras solía ser un área tranquila. Tatiana llegaba al lugar y armaba su carpa. Poco a poco construyó en el lugar una cabaña e infraestructura básica.
Ahora cuenta con una estación biológica donde se desarrolla investigación forestal y de la fauna silvestre.
En este lugar se realizan las actividades de protección y conservación propias de un guardabosque: control, monitoreo y patrullaje del área.
Cuando la estación biológica ha quedado sin gente en dos oportunidades en que los guardabosques debieron salir a la ciudad, la cabaña fue saqueada, robaron alimentos, equipos y herramientas. Y si algún día llegan delincuentes y están sus guardabosques presentes, ellos saben que no deben ofrecer resistencia, si quieren robar cosas materiales podrán llevarse lo que quieran, salvar sus vidas es lo importante.
En este lugar no existe control por parte del gobierno, no hay ningún puesto policial que regule el transporte de la madera que es extraída del bosque.
El bosque que Tatiana cuida cuenta con una gran densidad de árboles milenarios de madera dura cuyo valor económico es lo único que importa a la gente de la región debido a la alta demanda para pisos que tiene. Capacitar a los guardabosques ha sido uno de los principales enfoques para lograr su permanencia y compromiso. Que entiendan el valor ecosistémico de conservar un bosque sano, respetando los árboles Madre cuya edad puede llegar hasta los mil años en algunas especies como el Shihuahuaco, que está siendo talado indiscriminadamente.
Tatiana quiere que su bosque se convierta en una reserva genética de Shihuahuaco y otras especies en peligro para que, desde este lugar, se pueda proveer de semillas y sostener la vida de estos abuelos milenarios.
Ella quiere transmitir este mensaje a todo el mundo para inspirar a la gente a reconectarse con la naturaleza. Trabaja con sus hermanas, a quienes ha sabido contagiar su pasión, y juntas desean lograr la sostenibilidad de esta actividad de conservación. Su mensaje es “Coexistir con el bosque es posible y totalmente necesario”. La sociedad debería tener el compromiso de impulsar emprendimientos como el de Tatiana y juntos hacer algo positivo por los bosques para el beneficio de toda la humanidad.