Por: Daniel Valle
Lo poco que sabemos de la naturaleza, lo sabemos mal. Asumimos que las frases y creencias populares representan lo natural. Y muchas veces usamos esas creencias y frases para interpretar las hipótesis y teorías que tratan de explicar lo natural. Un caso es, cuando intentamos aplicar teorías como la dada por Charles Darwin en relación con la selección natural. “La supervivencia del más fuerte” es la típica frase que resulta de la mala interpretación de lo expuesto y explicado por el naturalista inglés. “La teoría de la evolución por selección natural de Darwin implica que los genes deben transmitirse a la siguiente generación para no desaparecer… Cualquier gen que haga que un animal sea más proclive a relacionarse sexualmente con otro del mismo sexo tendrá menos posibilidades de pasar a la próxima generación, en comparación con los que favorecen la heterosexualidad… Así, la homosexualidad desaparecería rápidamente ([1])”. Pero, evidentemente, esto NO ocurre así.
Para muchas especies animales, el comportamiento sexual va más allá de la reproducción.
El sexo es comunicación. El sexo es demostración de la posición social. El sexo es reconciliación. El sexo es placer. Y muchas veces, las especies adoptan un comportamiento sexual específico para reforzar lazos comunitarios, aún entre individuos del mismo sexo. Así, cientos de casos de homosexualidad animal han sido documentados por Bruce Bagemihl en su publicación de 1999 «Biological Exuberance», donde cita tantos ejemplos en tantas especies que el tema acaparó el interés de la comunidad científica.
¿Cómo se determina el sexo en la naturaleza?
Pues de muchas maneras. En los seres humanos, así como en muchos mamíferos, el sexo está determinado por dos cromosomas: XX (hembras) XY (machos). Y aunque los sexos dependan de las combinaciones de estos cromosomas, su manifestación no necesariamente es binaria. Pero, esta forma no es la única, ni mucho menos la más común o determinante. El sexo en las especies puede originarse NO por cromosomas, sino por ausencia o presencia de ciertos genes. O por herencia materna o paterna. O por efecto de las condiciones ambientales. Incluso, muchas especies tienen individuos NO sexuados, y otras transforman su sistema gonadal de uno a una y viceversa. Es lo natural ([2]).
Incluso, la mayor cantidad de especies del planeta ni siquiera poseen reproducción sexual. Lo que, para muchos científicos pudiera parecerle una desventaja por la falta de recombinación genética, pero que para la naturaleza es lo que ha predominado por miles de millones de años. Es más, son aquellas especies que, teniendo ambos sexos en un sólo individuo, pero que igual requieren de otro individuo para reproducirse, las que han dominado y siguen dominando el planeta. En particular, son las plantas las que en muchos casos siendo hermafroditas (ambos sexos en un mismo individuo), igual requieren de otros para reproducirse. Es decir, pudiendo ser independientes, no lo son, y depende de los demás para seguir produciendo descendencia fecunda. Eso es belleza.
Para concluir, la vida en este planeta ha evolucionado con una gran variedad de formas sexuales.
Y las formas sexuales más abundantes o exitosas en la naturaleza NO son binarias (H-M).
Incluso muchas especies tienen sexo NO permanente, pudiendo transformarse fisiológica o conductualmente en base a su necesidad o estilo de vida. Esto sin olvidarse que, en muchas especies, el sexo NO es exclusivo para fines reproductivos, cumpliendo un rol social, conductual, comunicacional.
Por eso, la diversidad sexual, y de sus manifestaciones, es lo más natural en este mundo.
[1] .- Tomado de https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/02/150211_animales_homosexuales_lp
[2] .- Bachtrog D, Mank JE, Peichel CL, Kirkpatrick M, Otto SP, Ashman T-L, et al. (2014) Sex Determination: Why So Many Ways of Doing It? PLoS Biol 12(7): e1001899. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.1001899