Febrero nos trae dos fechas que nos recuerdan la importancia del corazón en diferentes dimensiones: el Día de la Amazonía (12 de febrero) y el Día del Amor (14 de febrero). La Amazonía es el latido vital que nos conecta, bombeando agua desde sus ríos y árboles hacia la atmósfera, las montañas y los suelos que sostienen la vida en el planeta.
El corazón humano es una maravilla. Bombea 7,500 litros de sangre al día, recorriendo 100,000 kilómetros de arterias y venas para mantenernos vivos. Pero lo que pocos saben es que también tiene su propia red neuronal: más de 40,000 neuronas que lo conectan con todo nuestro cuerpo, creando un sistema de comunicación que va más allá de lo físico.
La Amazonía: El latido vital que nos conecta
La Amazonía no es diferente. Un solo árbol grande puede bombear 1,000 litros de agua al día hacia la atmósfera, y en la cuenca amazónica hay miles de millones de ellos. En el Perú, esta cuenca abarca el 60% del territorio y provee agua a la costa y sierra de todo el país. El agua es la sangre del planeta, y su corazón es la Amazonía. Cuidarla es preservar el latido que nos mantiene con vida.
Las redes de la vida
Así como el corazón humano y el bosque comparten un papel vital, la naturaleza también nos enseña el poder de las conexiones, su propia red neuronal. Bajo nuestros pies, en la profundidad del suelo, existe una vasta red de micelio—hilos delgados de hongos que se extienden por millones de kilómetros—conectando las raíces de los árboles en una relación simbiótica.
Este sistema, conocido como «Wood Wide Web«, permite a los árboles intercambiar agua, nutrientes y hasta señales de advertencia por impulsos eléctricos. Es, en esencia, una red de colaboración natural, un sistema de apoyo mutuo donde la fortaleza de uno beneficia a todos.
lustración de la Wood Wide Web (Antonio Di Bacco)
La importancia de las alianzas
La Amazonía nos recuerda que nadie prospera solo. Así como los árboles dependen de la red subterránea del micelio, nosotros dependemos unos de otros para enfrentar los desafíos globales. Las alianzas nos fortalecen, nos permiten proteger el bosque, generar impacto y construir soluciones sostenibles.
La naturaleza nos da el mejor ejemplo: cuando nos unimos, creamos redes de vida, de resistencia y de esperanza.

Sebastián Enriquez en el bosque de Arbio / Tatiana Espinosa (Arbio) y Sebastián Enriquez (Revolución Fungi) en firma de convenio
Por eso ahora, en Febrero celebramos la alianza de Arbio con Revolución Fungi para juntos cooperar en la investigación de este reino omnipresente y misterioso que es fuente inagotable de vida e interconexión en el bosque, el reino de los hongos.
Es momento de conectar, colaborar y proteger juntos el corazón verde del planeta, nuestro hogar.